Pero qué sorpresa, una rubia dormida en mi cama, arropadita y calentita. Soy un ser cerdil y no me aguanto las ganas de meterle la puntita. Poco a poco le voy metiendo mano, intentando que no se despierte... y cuando la noto mojadita, zaz, le hago un dedo para ponerla cachonda. Follamos como animales ¡y le dejo una buena ración de lefa en el coño! ¡Esta chica está buenísima!